Afortunadamente, nuestro planeta Tierra tiene una cantidad infinita de paisajes hermosos, esperando allí en su eterna soledad para que los visitemos, exploremos y nos dejemos llevar por la majestuosidad de sus irregulares, caprichosas y hasta a veces inimaginables formas.
Quién sabe porque motivo, la mayoría de estos paisajes nos resultan en cierto modo familiares, incluso cuando jamás hemos estado antes allí.
Podemos ver fotos de la playa más perfecta, la cima nevada de una lejana montaña del Himalaya, o de la inmensidad del Sáhara. Sin duda nos sorprenderán, pero jamás nos plantearemos o dudaremos sobre su real existencia.
Sin embargo, existen otros lugares que parecen desafiar nuestra común percepción y nos llevan a suponer que sus paisajes sólo se tratan de un truco moderno de animación gráfica para alguna superproducción cinematográfica hollywoodense.
Postales que podrían venir de mundos lejanos, o de algún reciente videojuego, pero cuesta creer que eso exista de verdad en nuestro propio planeta.
Hoy conocerán uno de los lugares más surrealistas de la Tierra, y les puedo asegurar tras estar allí, que no me lo he inventado, sino que existe y es completamente de verdad!
En la zona central de la Península de Anatolia, en Turquía, y tras recorrer más de la mitad del viaje de regreso desde Medio Oriente hasta Estambul, hice una escala de unos pocos pero increíbles días aquí.
Con ustedes: ¡La región de Cappadocia y sus espectaculares paisajes lunares!
Cualquier adjetivo que demuestre asombro y fascinación queda corto, ¿verdad?
Quizás algo que se estén preguntando es «¿qué son todos esos agujeros hechos en la roca, que parecen ventanas?»
Es una muy buena pregunta, pero antes de responderles eso, primero me gustaría contarles que fue lo que originó un sitio tan extraño como este.
El paisaje único de Cappadocia es el resultado de la acción de fuerzas naturales durante millones de años.
La formación de la Cordillera de los Montes Tauro, en esta misma península, provocó numerosas barrancas y depresiones en Anatolia Central.
Erupciones de volcanes cercanos como la del gran Erciyes hace 10 millones de años, cubrieron dichos barrancos con magma y otros materiales volcánicos en grandes cantidades, superando los 150 metros de altura.
Con el tiempo, las depresiones fueron desapareciendo formando un altiplano, pero aquellos minerales que las habían rellenado no son muy resistentes a la acción de lluvias, vientos, ríos y diferencias de temperatura, por lo que la erosión fue desarrollando los numerosos valles que hoy día atraviesan la región.
Como bien saben, la erosión es un proceso de lo más caprichoso, y la toba calcárea tan abundante en la zona, por su naturaleza porosa y maleable, fue «esculpida» de las maneras más curiosas por el viento y el agua, creando las insólitas formaciones comúnmente llamadas «chimeneas de hadas» (en turco, «peribacalari»).
Este apodo se debe obviamente a su inusual contorno, con un montículo vertical de tufa que puede elevarse hasta 40 metros, coronado por una piedra de basalto de color más oscuro, que da la impresión de poder ser abierta o arrancada por la mano de un gigante, y que si pudiéramos observar dentro, sería el lugar más propicio para ver trabajando a seres mitológicos como las hadas.
Este no es el único mote que se les ha dado. También se las llama «los hongos», «los castillos», «los monjes», «las pirámides» y observando fotos como la siguiente, entenderán porque también se las asocia directamente con representaciones fálicas:
Desde los inicios de nuestra civilización hasta el día de hoy, el territorio de Cappadocia (pronunciado fonéticamente «capadoquia», por el griego original «Kapadokya») ha sido ininterrumpidamente habitada por diferentes grupos étnicos.
De hecho, algunos de los asentamientos humanos más antiguos del mundo se encuentran en la región, como el de Çatalhöyük, que data aproximadamente del 8000 ó 7000 antes de Cristo.
Tras un período inicial de principados independientes, la zona fue dominada primero por asirios, luego por hittitas, persas, griegos, romanos, bizantinos y finalmente, por los distintos califatos árabes, hasta llegar a tiempos del Imperio Otomano y la actual República de Turquía.
Esos antiguos pobladores, hace dos mil años, aprovecharon la suavidad de la sustancia y la fácilidad de perforación de la toba calcárea que compone las «chimeneas de hadas», y excavaron en ellas sus propias casas y refugios, cuyas puertas y ventanas son los agujeros que acaban de ver en las imágenes.
Cappadocia está repleta de estas sugerentes construcciones, a lo largo y ancho de sus numerosos valles, e incluso con verdaderos palacios de viviendas y castillos eregidos en las paredes rocosas de estos desfiladeros.
Además, con el advenimiento y persecución de las grandes religiones, principalemente el cristianismo en los siglos II a IV dC, estos promontorios también fueron utilizados como improvisadas iglesias y centros clandestinos de reunión y predicación.
Uno de los principales sitios turísticos actuales, se encuentra muy cerca del pueblo central de la región, Göreme, y es el Museo a Aire Abierto de la ciudad, cuyo principal atractivo son las increíbles iglesias protocristianas que fueron excarvadas y pintadas en las rocas.
Desde sus primitivos frescos en los techos, a las grandes obras de arte bizantino con fondos dorados e imágenes de pantocrators, estas iglesias en la roca son sitios únicos en el mundo y como centros religiosos, son de lo más llamativo que podamos imaginar.
Su arquitectura es particularmente asombrosa. Algunos de estos templos tienen incluso hasta tres naves, más de un piso, varias cámaras, bóvedas y ábsides decorados, y pueden ser tranquilamente la envidia de casi cualquier catedral.
Con la llegada del Islam, muchas de las imágenes religiosas fueron tapadas, o acaso destruidas por la nueva idea iconoclasta (el Islam no permite representar seres reales, ya que eso debería ser solamente obra de creación divina), y con el tiempo las comunidades cristianas se fueron dispersando y dejándolas abandonadas durante cientos de años.
Para que se hagan una mejor idea de lo que les estuve contando, acá van varias fotos del «Göreme Open Air Museum» y algunas de sus muchas espectaculares iglesias: La Tokali («de la hebilla», la más grande del museo con varias secciones de distintas épocas), Elmali («de la manzana», por un huerto que supo haber allí), Azize Barbara («Santa Bárbara»), Yilanyi («Serpiente»), Karanlik («Oscura») y la Çarikli («de las sandalias»).
Como pudieron ver en esa última foto, los hombres no fueron los únicos astutos que decidieron construir sus refugios excarvando las rocas.
Las palomas, hicieron los propio, y al recorrer los valles de Cappadocia puedes ver multitud de palomares como esos por todos lados.
Una vez que arribás al pueblo de Göreme (recomendado por ser el pueblo central, pero también podrían parar en las cercanas ciudades de Nevsehir, Ürgüp o Avanos), se te presentan unas cuántas formas y recorridos para visitar la región.
En particular, dos opciones principales: por tierra o desde el aire.
¿Cómo es eso del aire?
¡Cappadocia es uno de los mejores lugares del mundo para los paseos matutinos/vespertinos en globo aerostático!
Esta idea, también muy famosa en Luxor (Egipto), Bagan (Myanmar), Serengeti (Tanzania) y varios sitios de Estados Unidos, te invita a despertarte muy temprano por la mañana, subirte al canasto de un globo de aire caliente con otras 20 personas, y ascender hasta 1500 metros durante hora y media, para apreciar la increíble salida del sol desde las alturas y contemplar el paisajes surrealista de Cappadocia desde un ángulo inmejorable.
Claro está, es un paseo de lujo, y sus precios iniciales (aprox. €150 en 2012), lo circunscriben sólo a turistas que pueden darse esos gustos, generalmente aquellos que vienen desde Europa, USA/Canadá, China/Japón o Australia.
Pero para aquellos como nosotros, viajeros de bajo coste, existe una alternativa muy interesante al caro viaje en globo, y se las voy a comentar a continuación.
Sobre el pueblo de Göreme, siguiendo un camino que sale hacia el este, se llega a un pequeño monte de una altura baja, pero suficiente para ver el pueblo desde arriba y todos los valles a tu alrededor.
El lugar es conocido como «Sunset Point» o «Sunrise Point» (sitio del atardecer/sitio del amanecer) y justo antes de la salida del sol o de su puesta, muchos turistas se acercan con el fresco de la mañana a deleitarse con la espectacular vista del irreal paisaje y una multitud de globos ascendiendo lentamente hasta cubrir el cielo matinal.
Presenciar estos eventos naturales desde el Sunset Point es un momento único. La gente está en silencio, algo difícil de lograr cuando hay tantas personas, pero les puedo asegurar que uno siente una emoción tremenda al estar ahí, se despiertan todos tus sentidos, y cualquier ruido arruinaría la calidez y solemnidad de esos instantes.
Si estás por ir a esta región, no sabés si volverás, y querés pagar por el viaje en globo, también hacés muy bien. Todos dicen que vale realmente la pena.
Sin embargo, recomiendo también que te acerques otro día al Sunset Point, porque lejos de ser dos opciones a escoger, en realidad son totalmente complementarias.
Aquí les dejo algunas fotos tomadas por mi, no desde el aire, pero creo que igualmente fabulosas:
Como antes mencioné, la segunda forma de admirir la belleza paisajística de Cappadocia es por tierra, es decir, recorriendo a pie algunos de sus valles y pueblitos.
Excepto que dispongan mucho tiempo en la zona, dificilmente podrán recorrer todos, así que tendrán que planear sus días y establecer sus prioridades.
Aquí van, una vez más, mis recomendaciones personales:
– Hacia el sur de Göreme se extienden tres valles: Görçeli (Pidgeon), Içeri y Zemi-Babatcik. Si tienen que elegir uno, elegiría el primero. Tiene unos pueblos muy curiosos al inicio que parecen de la Edad de Piedra, la mayor cantidad de palomares (por eso su nombre de «Pidgeon Valley») y al final, el pueblo de Uçhisar, con un impresionante castillo excarvado en una enorme roca.
– Hacia el este, el «Göreme Open Air Museum» del que ya les conté. Por su contenido, es un lugar al que deben ir.
– Hacia el noreste, los valles más lindos de la región. Puede que les lleve unas cuántas horas recorrerlos, pero el Kizilçukur (Valle rojo, por sus tonalidades) y el Güllüdere (Valle de las rosas) son realmente encantadores. Sus desfiladeros poseen arcos naturales, muchas iglesias en las rocas, y al final, yendo hacia el norte, el pueblo de Çavusin, donde podrán observar un inmenso edificio de viviendas excarvado en la roca, de varios pisos y muchas habitaciones, y podrán descansar después de un intenso día de caminatas.
– El valle del oeste, el «Love Valley», es demasiado grande y con poco contenido como para que merezca su recorrido si no les sobra tiempo. De ser posible, mejor acercarse al pueblo de Ürgüp, cuyas «chimeneas de hadas», aunque pocas en cantidad, son incluso más altas que las de los valles de Göreme. Otra opción sería ir hacia Avanos, famosa por sus artesanías en cerámica.
– Se les ofrecerán varias excursiones turísticas por la región. La más tentadora, es incluso poca cosa, así que desistiría de tomarla. Se va a la ciudad subterránea de Derinkuyu (a la cuál pueden ir con transporte público, como luego contaré) y posteriormente se recorre el Desfiladero de Ihlara. Este es un lugar bonito, y no se puede acceder públicamente de otra manera, pero no estoy seguro que merezca el precio del tour. Sus paisajes naturales y unos grandes castillos en la zona resultan interesantes, pero no en demasía, y las historias que les quieran vender sobre que allí filmaron una parte de Star Wars (La Guerra de las Galaxias) no es cierta, así que es sólo una estrategia de marketing. Al final del día, los llevarán a Avanos para venderles potes de cerámica, lo cual tampoco creo que sea lo que espere realmente un viajero, sino más bien un turista. Yo no hice este tour, pero conocí a varios allí que lo hicieron y esas fueron sus opiniones al respecto.
Las ciudades subterráneas de Cappadocia
A lo largo de los siglos, el hombre ha aprendido a buscar refugio y forma de vida en los lugares más insospechados.
Cappadocia no fue excepción, y ese material tan poroso, el mismo que formó las «chimeneas de hadas» en la superficie, fue también aprovechado para construir viviendas en profundidad.
Los hititas, un milenio antes de Cristo, fueron los primeros en experimentar las excavaciones en el suelo de la región para construir allí sus refugios contra los ataques enemigos.
Muchos siglos más tarde, los cristianos, perseguidos por el Imperio Romano, amplió aquellas antiguas guaridas, creando inmensas ciudades subterráneas de hasta 20 pisos y hasta 100 metros de profundidad (como la de Kaymakli).
En ellas, podían sobrevivir incluso hasta un mes sin salir a la superficie, y tenían todas las facilidades necesarias para llevar una simple pero «normal» vida cotidiana: escuelas, centros de salud, templos religiosos, tomas de ventilación, una necrópolis, y hasta bares donde relajarse.
Una de las 40 ciudades subterráneas en Cappadocia, pero de las pocas y más grandes abiertas al público, es la de Derinkuyu, 29 kilómetros al sur de Nevsehir (desde donde salen y regresan buses cada una hora), que a su vez está a 13 kilómetros de Göreme, también con transporte público constante (es decir, se necesitan dos buses de Göreme a Derinkuyu).
Visitarla es sumergirse en una laberíntica visita que discurre por angostos túneles que te obligan a caminar, a tramos en cuclillas, para acceder a amplias estancias perfectamente organizadas por niveles.
Las entradas estaban (y siguen estando) en los mismos pueblos de la superficie, y cuando se daba la señal de alarma, los habitantes acompañados de su ganado se trasladaban a estas ciudades perfectamente organizadas ya desde su estructura, donde el lugar para los animales y las cocinas estaba en las plantas más altas.
Sin duda es un sitio impresionante e importantísimo por su valor antropológico, aunque de los más de 15 pisos que tiene, sólo unos pocos están abiertos al público.
Esto, sumado a una gran pérdida de valor que ha sufrido en los últimos siglos el lugar tras hurtos y saqueos, hace que no me quede claro si realmente vale la pena desviarse desde Göreme tantos kilómetros para visitarla.
Supongo, a final de cuentas, que es una decisión personal y dependiendo del tiempo que cada uno tenga en la región.
Otra extraña noche en la Odisea, en una iglesia abandonada del siglo VIII
Como ya mencioné en posts anteriores, a esta Odisea por el Mundo como la concebí originalmente, ya le quedaban pocos días.
Muchas cosas caracterizaron a este viaje. Anécdotas de lo más curiosas, gente inolvidable, destinos insólitos… pero desde sus inicios y debido al bajo presupuesto con el que encaré esta empresa, una de sus más llamativas peculariedades fueron los sitios bizarros donde pasé algunas de sus noches.
Desde una tragicómica velada en un cementerio irlandés, a otra al amparo de los acantilados más famosos del mundo… Desde los bancos de rezo de la Catedral de Notre Dame en Paris, al cobijo de un banco de plaza en la tenebrosa oscuridad de Transilvania…
Y a pocos días de regresar a Europa para dos esperadísimos reencuentros que incluso han transformado toda mi vida hasta el día de hoy, no podía irme de un sitio tan mágico y único como Cappadocia sin dejar mi huella al mejor estilo de la Odisea.
De las tres noches que pasé en Cappadocia, las primeras dos fueron -dentro de todo- convencionales.
Dormía en un hostel, que como casi todo en el pueblo de Göreme, se encontraba excarvado en un promontorio.
Era curioso que atrás de las camas, la pared sea de roca y las habitaciones eran por este motivo bastante húmedas, pero confortables. Los hosteleros arreglaron estas antiguas viviendas (datan de hace varios siglos) para el turismo, y como en cualquier otro hostal de Turquía, el desayuno está incluido y es mejor que cualquiera que puedas encontrar en Europa.
Pero la última noche sería distinta. Ya tenía preseleccionado mi «alojamiento», visto en una de mis caminatas por la zona en los días anteriores, así que para esa última velada no reservé ningún hostal.
Con mi fiel mochila en la espalda me dirigí una vez más hacia los desfiladeros de las afueras de Göreme, y presencié el emotivo atardecer de Cappadocia desde un sitio distinto al habitual Sunset Point.
Una vez escondido el disco solar, y con los últimos rayos de luz, caminé en solitario por el Kiliçlar Valley, buscando mi refugio ideal.
Inspeccioné dos sitios que no me terminaron de convencer, para encontrar finalmente el que sería mi aposento aquella noche: Una verdadera iglesia bizantina abandonada, que databa aproximadamente del octavo siglo después de Cristo.
Era visible que en la cueva habían entrado muchos visitantes, y que habían dejado sus típicos graffitis y los «Yo estuve aquí». Pero más allá de eso, y a decir por la cantidad de polvo que había en el suelo, probablemente nadie había pasado la noche allí en muchísimo tiempo.
El cielo se hacía cada vez más oscuro, y la ausencia de linterna me apresuraba. Arrastré la mayor cantidad de polvo y tierra del suelo con mis pies y algunas rocas, para hacer una superficie llana donde desplegar mi bolsa de dormir.
Para cuando tenía todo armado, la oscuridad era total y sólo se escuchaba el graznido de algunas aves. Mi sentimiento era de inmensa soledad mezclado con algo de temor a ser descubierto allí, pero era compensado por la gran conexión que estaba experimentando tanto con la naturaleza como con la historia que mi refugio albergaba.
La noche fue tranquila, y desperté placidamente con las primeras luces del alba. Otra velada relajada, pero muy bizarra, para sumar a las ya inolvidables que tuvo esta Odisea por el Mundo.
Ahora sí, tiempo de volver a Estambul, recoger algunas cosas que allí había dejado con mi anfitrión de CouchSurfing, y tomar mi vuelo de regreso a Europa.
Más concretamente, mi destino sería Roma, en Italia, ciudad que aún no había visitado y donde me esperaban dos personas importantísimas para un reencuentro más que esperado por los tres…
¡Adiós Turquía! ¡Has sido un país increíble y tu gente… ay, tu gente… de las más hospitalarias que me haya cruzado! ¡Adiós! O mejor dicho, ¡Hasta pronto!
¡Saludos a todos!
volveremos verdad!?
Pues claro que volveremos! Y veremos todo desde allí arriba! 😉 Besoo!
Hola Arie, mil gracias por compartir estos hermosos lugares de la tierra y además lugares bíblicos que tienen una gran historia y sobre todo muestran la veracidad de la Biblia, me encanta la historia y recorrer estos lugares aunque sea por fotografia… deseo que sigas recorriendo el mundo y éxito en lo que hagas.
Muchas gracias por tu comentario, Aleyda.
Por tu mensaje, deduzco que eres creyente. Como opinión tras haber visitado numerosos sitios relacionados a la fé, la supervivencia hasta la actualidad de lugares que figuran en la Biblia sólo sugiere el probable uso de dichas ubicaciones con los motivos que la Biblia expone, independientemente del factor religioso con los que se los connota (y no siempre, ya que muchos lugares han sido grotescamente manipulados por razones turísticas y de peregrinación, como las cuevas de los siete durmientes o la Casa de la Virgen).
De ninguna manera se puede asumir que los hechos que relata la Biblia hayan ocurrido (o no) sólo porque ciertos lugares aún existan y se proclamen como el punto donde se produjo un suceso. La historia escrita siempre fue propensa a tergiversaciones narrativas y generalmente posee un punto de vista no neutral.
Más allá de eso y sin lugar a dudas, estos lugares mantienen un importante patrimonio histórico y cultural, y creo que desde ese punto es desde donde deberíamos realizar nuestra observación como visitantes.
Nuevamente, muchas gracias por tu mensaje. ¡Saludos!
fabuloso gracias por compartir tus eperiencias
Muchas gracias! Un saludo!!