Del diario de viaje de Ariel C., 3 de septiembre de 2012:
Dejé la ciudad de Belgrado muy temprano esta mañana. Aún estaba oscuro, y la capital estaba envuelta en un manto neblinoso, propio de esas horas de la madrugada.
Caminé por las calles vacías y poco iluminadas hasta la estación de autobuses con una sensación de sueño que prácticamente me tumbaba.
Había decidido no dormir nada para no perderme el primer bus a mi próximo destino, justificada mayormente en que había regresado tarde después de la función de trasnoche en un pequeño pero simpático cine del céntrico distrito Vrachar. Es realmente curioso como tras unos minutos, la mente de uno comienza a omitir la percepción de los subtítulos en un idioma que no comprende -en este caso, serbio- para concentrarse únicamente en las imágenes y el audio, que afortunadamente era en idioma original.
Agradecí poder conciliar un sueño tranquilo mientras atravesábamos la vasta llanura balcánica en dirección a Novi Sad, capital de la región autónoma de Vojvodina, en el norte de Serbia.
Un opaco amanecer me sorprendió ya en la ruta, permitiéndome apreciar la poco agitada vida matinal de la ruralidad de la zona.
Vojvodina, otrora punto estratégico y disputado por los históricos imperios y pueblos que la conquistaron, hoy se me aparecía más como una región en recuperación, tras el turbio pasado reciente de los Balcanes, y en leve superioridad al resto del país.
Recorrí su capital con la infatigable compañía de un perro callejero, que hasta el triste momento del adiós, me acompañó por todo el centro antiguo y la famosa fortaleza-museo Petrovaradin.
Antes de partir, me despedí nuevamente del serpenteante Río Danubio, que no volvería a ver hasta mucho tiempo después.
Por la tarde, me enfoqué en llegar a la frontera con el próximo país que iba a visitar: Rumania.
La falta de conexiones directas con el país vecino, lo poco frecuentado de estas rutas y mi dificultad en la comunicación humana en un país donde el idioma de Shakespeare sólo se recibe a cuenta gotas por televisión, hizo costosa la tarea de moverme hasta el pequeño pueblo fronterizo de Vrsac.
Poco anduve en este lugar, bajo la atenta mirada de una población desacostumbrada a turistas que actuaban como si estuvieran viendo a un alienígena. Sólo fui hasta la plaza central, cuya minúscula fuente se alzaba como un oasis ante mis ojos sedientos de agua, tras el día de calor que pegaba sin tregua. Sin preocuparme lo más mínimo en la potabilidad de la misma, llené una triste botella de Coca-Cola con la etiqueta casi despegada, y me dirigí con paso firme hacia el paso fronterizo.
El intenso calor de la tarde amainaba, dejando lugar a un colorido crepúsculo, mientras ingresaba al que sería el veinteavo país de esta Odisea.
Rumania estaba allí, llena de secretos y misterios, y se expandía ante mis ojos, mis nuevos ojos, dispuestos a descubrirlos.
Fustigada por su desnivelada economía europea y sus cuentos de terror vampiresco, es tierra de viajantes intrépidos y aventureros, y yo quería ser desde hoy, parte de ese grupo selecto.
Hace unas horas llegué a lo que sería mi primer ciudad rumana, tras un lento viaje de casi 2 horas desde la frontera.
Aquí estoy en Timisoara, ciudad universitaria del oeste rumano, sentado en un banco de plaza bajo la protección de la gran Catedral Ortodoxa emplazada en su centro.
Dos días sin casi dormir resultan suficientes motivos como para ponerme a investigar la ciudad, y los jóvenes que merodean la plaza no me inspiran demasiada confianza.
Desde que dejé -temporalmente- nuestra «Odisea a Dúo» con Janire en Venecia, hace ya un mes, volví más que nunca a los vicios cotidianos de mi alma de viajero y esta noche no será la excepción. He dormido en la calle una decena de veces desde entonces, he comido lo que encontraba en cualquier puesto callejero y he viajado a dedo todo lo que he podido.
Llegué hoy a Rumania sin dinero local y por problemas con el banco, no puedo extraer nada del cajero hasta mañana para pagar un hostel.
Por lo tanto heme aquí, en este gélido banco de plaza, con todas mis pertenencias, tratando de terciar el dulce sueño nuevamente y seducido por las constantes campanadas de la catedral que me protege.
¡A no preocuparse que no pasará nada malo, y a dejarse llevar por las suaves caricias del dios Morfeo! ¡Mañana será otro día!
Del diario de viaje de Ariel C., 4 de septiembre de 2012 (por la mañana):
¡Qué fantástica la forma de despertarme esta mañana! El canto de los pájaros y los tibios rayos del sol matinal me acariciaban de una manera que daba gusto estar allí acostado, bajo las frondosas copas de los árboles en el parque que rodea a la Catedral Ortodoxa de Timisoara.
Hay a quiénes les parecerá inseguro y estúpido dormir a la intemperie, en un país desconocido y definitivamente, no muy reconocido por su seguridad. Sin embargo, decidí reconciliarme una vez más con la humanidad y nuevamente, no me falló. Probablemente, si alguien con malicia pasó a mi lado esta noche, decidió no robarle a alguien con tanta «pinta» de vagabundo, pero no me importa. He dormido como un bebé bajo las estrellas y así hubiera seguido unas horas más, pero aquí estoy con fuerzas renovadas para continuar viaje en dirección este.
¡Daré una vuelta rápida por la ciudad, y a salir nuevamente a las rutas! ¡Estoy lleno de energía!
Del diario de viaje de Ariel C., 4 de septiembre de 2012 (por la tarde):
¡Qué día agotador! Segundo día consecutivo a dedo en la carretera, y aunque las rutas rumanas me han recibido de la mejor manera y sin tener casi que esperar, el sol nuevamente no dió tregua y aquí estoy tumbado en la cama, tratando de recuperarme otra vez.
Contaré lo sucedido el día de hoy.
En las afueras de Timisoara no tuve que esperar más de 10 minutos para ser recogido por Theodore en una camioneta Ford (¡ya no recuerdo el modelo y eso que fue hoy!). No sabía ni una palabra en rumano así que me sirvió para empezar a armar mi acostumbrado diccionario. Aprendí que «buna dimineata» es «buen día», «multumesc» es gracias y el multilenguaje «pardon» es para pedir disculpas. Son las tres frases que intento aprender el primer día, y que considero las más básicas para por lo menos ser cordial cuando uno no entiende nada lo que le dicen.
Recorrimos los 60km hasta la ciudad de Lugoj, donde no esperé más de 15 minutos antes de ser levantado por Ioan, un tipo muy simpático (aunque tampoco hablaba inglés) en un Skoda.
Fueron casi 4 horas en el auto con Ioan, mientras seguíamos a un amigo suyo que iba delante en un camión de repartición. Hace rato que no andaba tanto tiempo con un mismo conductor, y creo que nunca tanto sin poder entendernos con un idioma común (en Argentina anduve muchas horas más, pero pudiendo conversar, no es lo mismo).
A medio camino de la ciudad de Sebes, donde finalmente me bajé, los dos amigos me invitaron a almorzar con ellos en un típico parador rutero, una nueva demostración de la magnífica hospitalidad rumana. Por lo que les entendí, era uno de los platos más tradicionales de la gastronomía nacional: «Ciorba». Es decir, sopa. Pero tengo que admitirlo: ¡Qué buena sopa! O será que con el hambre voraz que tenía, me hubiera comido una vaca entera, por lo que el plato me sabió fabuloso.
Ya seguiré probando más veces esta delicia para sacarme la existencial duda.
Mantener una conversación con Ioan se hacía muy difícil. Alguien trataba de decir algo, el otro no entendía y ambos nos reíamos. Sin embargo, se notaba que era un tipo divertido.
El calor no dejó de azotar ni un momento en la tarde, y con la panza llena y calentita, la necesidad de una siesta la convertía en inminente.
Me despedí de mi nuevo amigo tras casi 200km, y caminé hasta la antigua ciudadela romana de Alba Iulia. Fortificada y bien conservada, tenía muchos puntos de interés para visitar, pero nuevamente fui vencido por el sueño y el cansancio del peso de la mochila. En la plaza principal dejé mis cosas bajo la atenta mirada de una anacrónica estatua de bronce, y caí rendido sin remedio.
Una hora más tarde y ya tostado por el incesante sol ya en estado poniente, me despertó la policía rumana y me pidió que me retirase. Otro encontronazo con la ley, pero por suerte esta vez, no fue tan chocante ni estresante como lo había sido meses atrás, en mi cruce con la gendarmería a través del Picardie francés.
Recorrí brevemente la bella ciudadela y me dispuse a seguir camino. Ya es tarde para hacer autostop (aunque hasta ahora Rumania está siendo un país genial para esta práctica) así que decidí tomarme un tren local al último destino del día.
Estoy agotado físicamente, pero mi mente está fresca por la ilusión de estar entrando a una región llena de misterios, donde hasta hace sólo un par de siglos, pocos se atrevían a recorrer.
Sentado aquí sólo en un tren barato y de mala muerte, estoy a poco de llegar a Sibiu, ¡¡¡mi primer ciudad en la fantásica Región de Transilvania!!! ¡Quién sabe que anécdotas extrañas están por ocurrir!
Soy muy escéptico a cualquier tipo de historias de terror y aunque me suelen atraer las interesantes leyendas locales, sólo las tomo como lo que son: puras leyendas.
Me fascina la idea de estar en Transilvania, tierra mística y tenebrosa si las hay, pero lo demás creo que son puras pavadas.
¡Ya les contaré! ¡Saludos!
Del diario de viaje de Ariel C., 5 de septiembre de 2012:
Ayer por la noche llegué a Sibiu, y todo pareció darse como en un cuento de terror. ¡No podía ser mejor mi entrada a Transilvania! ¡Fue sencillamente genial!
Bajé de la estación de tren ya a eso de las 10 de la noche, con una luna amarillenta en el horizonte. Me sentía agotado, así que reservé rápidamente un hostel para esa noche. Como estaba en una zona poco céntrica de la ciudad, crucé las vías y me puse a andar los 500 metros que faltaban, por un barrio tranquilo con aspecto abandonado.
¡Y a que no se imaginan! Parece que había un corte de luz en el barrio, porque todo estaba oscuro y sólo iluminaba mi paso la pantalla del móvil y la tenue luz de la luna creciente. Créanme o no, a eso súmenle los lúgubres aullidos de unos perros que me siguieron en el camino. Uno en particular, de intensos ojos negros, pelaje de color azabache y semblante desafiante, no dejó de mirarme y asustarme en todo el recorrido. ¡Una bienvenida de espectáculo!
En el hostel compartí habitación un chico rumano de la ciudad de Brasov, a la que tengo pensado ir en unos días, ya que es el centro turístico de la región, con la mayoría de los castillos y puntos de interés.
El chico se llama Draco (¡Qué nombre tétrico tiene para ser de aquí!) y parece muy simpático.
Como ambos vamos en la misma dirección, probablemente compartamos ruta juntos los próximos días. La idea misma me gusta, ya que hace tiempo que no comparto ruta con nadie y me ayuda a combatir la intrínseca soledad que se hace carne de todo viajero.
Dormí muy bien esta primer noche y por la mañana salimos con Draco a caminar por la ciudad y sacar unas fotos. El no lleva cámara porque al ser su propio país, dice que puede volver en cualquier momento y que los lugares no cambiarán demasiado. En cambio yo, no sé si volveré pronto a una región tan apasionante como esta.
Algo que me sorprendió muchísimo es el perfecto acento inglés que tiene Draco. Los conductores que me habían llevado antes no tenían ningún conocimiento de inglés, pero Draco me contó que vivó en Londres hace unos años, donde lo estudió y perfeccionó a su nivel actual.
Es un chico seco pero avivado, y no para de hacerme preguntas de mis viajes y de mi país. Mientras yo saco fotos, él no deja de sacar temas y jamás se le olvida una pregunta si tardo en contestarle.
Hoy no nos pudimos sacar ninguna foto juntos, pero ya trataré de sacarle alguna para subirla a mi blog.
Sibiu, ciudad perdida en los Montes Cárpatos que atraviesan toda la Rumanía, nos encantó con sus callejuelas empedradas y su arquitectura de cuentos. Casas de colores, arcos y arcadas en cada travesía, iglesias antiquísimas y románticas farolas en cada esquina. En cierto punto, me recuerda las fotos que he visto de ciudades como Praga o Budapest, con las cuáles debe compartir cierta influencia austrohúngara.
Por la tarde, viajamos con Draco a nuestro siguiente destino: Sighisoara. El agotamiento va in crescendo cada día y me pasé el recorrido durmiendo. Aún así, sigo cansado. Draco no durmió y se mantuvo leyendo unos libros en rumano que siempre trae.
Llegamos por la noche a la ciudadela de Sighisoara y aunque pensaba dormir en la calle, Draco me invitó la noche al hostel para que pueda descansar y recuperarme. ¡No para de preguntarme cosas, pero es muy atento!
En el hostel me sorprendí por las ventanas medio tapiadas y con mosquiteros. Parece que aún el verano no ha terminado aquí, y los mosquitos siguen dando vueltas. Nos recomendaron usar repelente si tenemos, pero ni llevo conmigo ni creo que sea para tanto.
Acabo de tomar otra ciorba, esta vez en su variante «Transilvana» y estuvo espectacular.
¡Panza calentita y a descansar para recuperar energías para mañana! ¡Saludos!
Del diario de viaje de Ariel C., 6 de septiembre de 2012:
Hoy me siento más agotado que nunca. Creo que estoy enfermando y tengo un poco de fiebre. Seguro no será nada grave, así que ya pasará.
Eso sí, me siento un estúpido. Hoy me desperté con un par de picaduras enormes. ¡Vaya a saber que tipos de mosquitos merodean por acá! ¡Jamás ví picaduras tan grandes! Quizás la fiebre será por eso. Algún tipo de mosquito al que no estoy acostumbrado. Sé que no es zona de dengue ni malaria, pero algo raro me picó igual.
Draco al final no durmió anoche en el hostel, porque fue a visitar a unos conocidos. Pero se reunió conmigo esta mañana para salir a conocer la ciudad.
Sighisoara es encantadora, aún más que Sibiu, llena de callejuelas mágicas. Tiene una ciudadela en la cima de un cerro, con una vista espléndida del valle que la rodea.
Las casas de colores son muy pintorescas, y los techos presentan una arquitectura en punta, digna del mismísimo Antonio Gaudí. Como toda ciudad de la región, las torres de las iglesias son soberbias, con magníficos relojes, y unos decorados internos fabulosos. La mayoría de ellas son del culto ortodoxo, como en Serbia o Bulgaria.
Aún siendo pequeña, no nos dió tiempo a recorrerla por completo, así que necesitaré otro día de paseo.
Draco no paró de hacerme preguntas toda la tarde. Debe venir de una familia adinerada, porque además de volver a pagarme el hostel, me pregunta muchas cosas sobre los mejores lugares donde invertir en tierras argentinas. Le conté de la Patagonia, de los viñedos mendocinos, la yerba mate correntina y la vasta llanura pampeana. Todo le interesa, y no parece olvidarse de ningún dato.
Tiene un pelo profundamente negro, azabache como la noche, y unos ojos intensos del mismo color, que resultan peculiarmente inexpresivos. Su cara es pálida como un lienzo, al menos comparada a la mía que ya lleva meses curtiéndose al sol, y sus rasgos angulosos terminan formando un rostro frío y muy particular. Siempre está sonriendo, con una sonrisa de labios finos y descoloridos, y que nunca muestra los dientes.
Sigo creyendo que es un chico simpático y me encanta su acento, pero sin duda actúa bastante raro. Hoy otra vez se va a visitar amigos a la noche. ¡No se porqué me paga el hostel si ni él duerme aquí, pero que más da! Tengo poco dinero local, y si a él le sobra y quiere invitarme, no le voy a decir que no.
Me comentó que se quedará uno o dos días más en esta ciudad, y a mi el lugar me encanta y no tengo apuro, por lo que probablemente sigamos paseando juntos mañana.
Del diario de viaje de Ariel C., 7 de septiembre de 2012 (al mediodía):
Nada de paseos hoy. Me siento fatal.
Pasé la noche durmiendo muy entrecortado, y aunque no sentí ningún mosquito, nuevas ronchas aparecieron hoy por la mañana. Las de ayer eran sobre todo en las muñecas y los tobillos, hoy tengo algunas aún más grandes en el cuello y en los hombros. Me tomé la fiebre y tengo 38, así que no estoy de ánimos para salir a pasear.
No creo que lo de las ronchas sea peligroso. Seguramente son mosquitos comunes sumados a alguna reacción alérgica sin demasiada importancia.
Sin embargo, llamé a mi asistencia médica y me dijeron que no tienen centros de atención en la zona, y que recién puedo ir a atenderme a Bucarest, la capital rumana. El problema es que no tengo pensado ir allí hasta dentro de unos días, excepto que la cosa empeore.
No se lo conté a mi familia para que no se preocupen sin sentido. Al fin y al cabo, nada podrían hacer y sería sólo para asustarlos. Draco me dijo que es habitual en viajeros que nunca habían estado en esta región, y que con un poco de reposo ya pasará. Nadie entiende mucho inglés aquí, así que si necesito una farmacia, me alegra que él siga por acá y no haya seguido viaje.
Intentaré descansar un poco, a ver si me recupero. ¡El show debe continuar!
Del diario de viaje de Ariel C., 8 de septiembre de 2012:
Ha pasado un día entero y ni me di cuenta. Caí con un fulminante sopor ayer al mediodía y no me levanté hasta hoy por la mañana. Han sido casi 20 horas de descanso, y aún no mejoro. De hecho, me siento aún peor.
Anoche tuve un sueño rarísimo y siento la necesidad de escribirlo acá para no olvidarme. Fue horrible, casi real, pero a su vez, demasiado difuso.
Soñé que me despertaba y no había nadie en la habitación. Quería reincorporarme pero no podía, el cuerpo cansado directamente no me respondía.
De repente ví a Draco en la habitación. Estaba unos metros alejado de mí. Tenía la impresión de haber mirado bien antes y sabía que no había nadie conmigo, por lo que me resultó extraño. Le pregunté como había entrado pero no me respondió.
Sus intensos ojos negros tenían un brillo distinto, distinguible aún con la distancia que nos separaba, y el rostro seco y frío que lo caracteriza tenía en el sueño una expresión maléfica.
No podía moverme, sentía el cuello entumecido y ni siquiera tenía voz para gritar. Lo último que recuerdo es a Draco avalanzándose sobre mi con una velocidad increíble, y todo se envolvió en una densa niebla.
Sé que habrá sido producto de mi imaginación dado mi estado febril, porque ahora tengo buena voz y el cuello no está para nada inflamado, a pesar de que siga con las ronchas de las picaduras, pero no puedo quitarme la pesadilla de la cabeza.
Draco apareció hoy y me dijo que no me preocupase, que ya había pagado otra noche de hostel para mi, y que mañana seguiríamos viaje a Brasov, su ciudad.
Estuvo más simpático y expresivo que nunca, y me trajo vasos de agua para que beba. Tengo que agradecer que esté conmigo en este estado. Sólo sería un infierno. Olvidé totalmente los sucesos del sueño mientras estuvimos juntos.
Nada más espero estar mejor y poder seguir viaje con él mañana. Estar tumbado acá y en esta situación me desespera.
Del diario de viaje de Ariel C., 9 de septiembre de 2012 (por la mañana):
Otra noche para el olvido. Me siento agotadísimo y la fiebre sigue en 38, pero no quiero quedarme acá tirado un día más.
Algo me preocupa. Volví a tener el mismo sueño dos veces esta noche, o por lo menos, eso es lo que recuerdo. Esta vez fueron algo más claros. Los eventos iniciales se repiten. Estoy seguro que no había nadie conmigo hasta que lo veo del otro lado de la habitación. Draco me mira maliciosamente y se avalanza velozmente sobre mi cuello y hombros. Yo sigo inmóvil en la cama.
En el segundo sueño, creo recordar ver su semblante rosado, y un hilo escarlata de sangre cayendo lentamente entre sus dientes sonrientes. Después de eso, nuevamente el sopor y la pérdida total del conocimiento.
Estoy alucinando. Estar en Transilvania me condicionó psicológicamente a este tipo de historias que en otro lugar no sucederían. Escuchar tantas historias de vampiros, del Conde Drácula y demás pavadas fueron seguramente la causa de estos sueños tan extraños, y mi mente los aplica a mi buen amigo que no hace más que ayudarme en mi mal estado.
Draco está cada día más alegre, y me quiere dar ánimos para que no me sienta mal. Me siguió trayendo vasos de agua, aunque no puedo beber nada sin que me duela el cuello, y mucho menos comer. Sé que eso no hace más que empeorar mi estado de salud, pero sinceramente me cuesta muchísimo tragar.
Aún sin su consentimiento, decidí no quedarme en Sighisoara esta noche. Tomar un poco de aire fresco y salir a las rutas probablemente me hará muy bien.
Después del mediodía partiremos hacia el sureste, al pueblo de Brasov. Draco me explico que el vive en una casa alejada de la ciudad, hacia unos kilómetros hacia el sur, así que quisiera luego iré a verlo para agradecerle toda su gentileza. Le pediré su dirección cuando nos despidamos.
Del diario de viaje de Ariel C., 9 de septiembre de 2012 (por la tarde):
Hoy salimos a las rutas con Draco y nuevamente, hacer autostop fue la mejor decisión. No esperamos ni 10 minutos antes de que una pareja nos hiciera la seña para que subamos a su VW Bora.
Draco estuvo parco y no conversó en todo el viaje aunque él si habla el idioma local, así que yo tuve que lidiar nuevamente con mis pobres nociones de rumano y toda una serie de gestos divertidos, aún en el pésimo estado en el que me encuentro.
Ni bien llegamos a la hermosa ciudad de Brasov, fuimos al centro a caminar un poco y tomar aire. Emplazado en el corazón de los Montes Cárpatos, el pueblo es un tributo a la belleza natural y arquitectónica. En la colina que se alza en medio, se puede apreciar un cartel con el nombre del lugar con el mejor estilo hollywoodense.
Las construcciones son similares a las de los demás sitios de Transilvania, pero Brasov es su joya por antonomasia. Parece salida de un cuento medieval y cada callejuela te transporta a las geniales historias de Stoker o Stevenson.
Quizás sea por la tristeza del adiós o por el regreso a casa, pero Draco volvió a ser el del primer día. Inexpresivo, frío y distante.
Me sacó unas cuantas fotos a mi sólo, y le rogué por una juntos hasta que accedió de mala manera. Un turista nos hizo el favor, así que pronto la subiré para que lo conozcan.
Me acompañó a un pequeño hostel del pueblo, y nuevamente se ofreció a pagarme una nueva noche de estadía, para luego marchar hacia su casa en la montaña.
Me hubiera gustado acompañarlo, pero sólo quería descansar. Sin embargo, antes de despedirnos, le pedí la dirección de su casa, así podía ir a agradecerle cuando me recuperase.
Esto fue hace un rato, y sigo tratando de decodificar su respuesta.
Simplemente se río, con una risa burlona que logró confundirme, y me dijo que ya era tarde para mi, que era en vano, y que ya no iba a necesitarla después de esta noche.
Como no le entendí, le pregunté a que se refería. Sin embargo, sólo me dijo adiós de manera seca, y desapareció entre la muchedumbre.
Del diario de viaje de Ariel C., 10 de septiembre de 2012 (por la mañana):
Sé que no van a poder creerme cuando lean esto, pero necesito escribirlo y sacarmelo de la cabeza para poder ordenar mis ideas y no volverme loco.
Tras la despedida con mi extraño amigo, volví al hostel y aún con mi deplorable estado de salud y la fiebre que cada día está peor, encendí la computadora para descargar las fotos de mi cámara.
Ya les dije. Soy escéptico a todo lo sobrenatural y no soy para nada supersticioso. Estoy en Transilvania, si. Pero no pienso aceptar como verídica ninguna historia real sobre vampiros, demonios o alguna otra criatura por el estilo.
Sin embargo, al descargar las fotos y buscar la que me saqué junto a Draco por la tarde, no la encontré. Sólo eran fotos mías.
Cabe la posibilidad de que el turista no haya sabido usar mi cámara y en realidad, no la haya sacado, pero estoy casi seguro que escuché el característico sonido del mecanismo de ascenso del espejo en mi réflex. Y digo que estoy casi seguro, porque aunque luego no la revisamos para no molestarlo (él no quería sacarse la foto), presté atención al ruido para asegurarme de que había salido bien.
La duda igual la sigo teniendo, y ya no puedo comprobarla, pero no puedo dejar de cuestionarme cosas porque es claro que algo extraño envuelve a todo lo que está sucediendo.
Para colmo, esta noche continuaron los sueños. Pensé que eran simples alucinaciones en mi habitación de Sighisoara, pero esta vez, el entorno del sueño era el de mi habitación actual. Presté atención a la risa burlona de Draco antes de atacarme, y era la misma que le escuché ayer en la plaza antes de despedirnos.
Pero si nunca la había escuchado antes de él, ¿cómo es posible que mi mente la haya recreado en mis sueños anteriores de una manera tan exacta?
Cuando me desperté, estaba empapado en sudor y con unos dolores en el cuello inimaginables. Me costaba muchísimo respirar y tuve varios momentos en los que pensé que me desmayaba. La fiebre no baja de 39 y tengo que ducharme constantemente por la transpiración.
Por suerte, mi prominente barba oculta como puede las marcas en el cuello, pero cada día parecen aumentar más en tamaño. Y a esto se suma una más. Me he cortado el pulgar derecho al tocarme los dientes, que nunca los sentí tan filosos en mi vida. Tengo una sensación de dolor general en la mandíbula, como si algo estuviera creciendo allí dentro y empujando al resto de mi dentadura.
¿Será que los sueños son reales y lo de los mosquitos no fue verdad? ¿Será que nada de esto es verdad y estoy en mi casa de Buenos Aires teniendo la más loca pesadilla de mi vida?
Ahora que lo pienso, no recuerdo haberlo visto dormir nunca en nuestros viajes y no se quedó jamás de noche en los hostel que él mismo pagaba. ¿Es acaso alguien sobrenatural aunque yo sea incrédulo de todo esto? ¿Me estoy convirtiendo en alguien como él?
O quizás… ¡No! ¡No puede ser!
En el hostel me dijeron que no lo vieron y que ni siquiera se registró alguien llamado así.
¿Existe el tal Draco del que no tengo ni una foto? ¿Puede ser todo producto de mi imaginación?
No sé. No sé. ¡No entiendo nada!
Quizás es verdad que me estoy volviendo loco, pero necesito comprobar inmeditamente algo de todo esto.
Del diario de viaje de Ariel C., 10 de septiembre de 2012 (un poco más tarde):
Necesitaba saber si todo esto era real o producto del peor de los sueños. Casi no puedo respirar por la hinchazón de mi cuello que ya se hace obvia, y no hay nadie en este pueblo que ahora pueda ayudarme. Estoy sólo en la habitación y no puedo ni moverme para pedir auxilio si algo me pasa. ¿A eso se referiría Draco con que ya era tarde para mi? ¿Él es el culpable de todo esto? Antes de conocerlo en Sibiu estaba agotado, pero no tenía ninguno de estos síntomas. ¿Quién es en realidad mi amigo Draco?
Hice el mayor esfuerzo por recordar lo poco que me había contado sobre él. Lamentablemente, no fui muy astuto desde el principio y sólo respondí yo a sus preguntas. ¡Cómo me arrepiento de eso! Pero claro, ¿cómo podía yo saber que llegaría un momento como este?
Estaba seguro de haber visto su apellido en algún lado, pero me costó mucho recordar donde.
Finalmente, me vino a la mente un bordado en su mochila de viaje, en el que en una tipografía de aspecto antiguo decía «D.Bran»..
Era mi mejor suposición. Mi única suposición. No tenía otra cosa. Necesitaba saber quién es este chico y mi cabeza estaba por explotar. Si su apellido era Bran, probablemente podría encontrar algo en Internet al respecto.
¡Y eureka! El buscador me dió la información sobre un antiguo castillo en el sur de Brasov llamado «Bran», que pertenecía a una noble familia transilvana del mismo nombre.
Recién ha pasado el mediodía y tengo aún tiempo para movilizarme. Creo que no podría aguantar una noche más con otro sueño como esos. El profundo sentimiento de atragantamiento e imposibilidad para respirar terminarían conmigo.
Puedo ir a algún lugar de primeros auxilios, pero como la inflamación de la garganta baja considerablemente tras unas horas despierto, me mandarían al hostel de nuevo con alguna estúpida pastilla para los tos que de nada serviría.
Necesito saber que está pasando. Estoy agotado, sin fuerzas y con mucha fiebre, pero tengo miedo de quedarme dormido y no volver a despertarme.
He visto que hay buses hacia el pueblo de Bran en una hora. ¡Deséenme suerte! ¡Aquí voy!
Del diario de viaje de Ariel C., 11 de septiembre de 2012:
Algo terrible ha pasado anoche. No se qué sucedió, pero tengo que escapar ya mismo de este país o estaré en graves problemas.
Me encuentro ya cerca de la frontera. Espero cruzarla antes del mediodía, y alejarme de este maldito lugar para siempre.
Hoy me desperté en Bran, en un cementerio contiguo al castillo del pueblo, con un hombre muerto a mi lado.
No se quién es, ni quién lo mató, pero tengo las peores sospechas de que tuve algo que ver. Mi cuerpo estaba cubierto de sangre y lo mismo mi cara, sobre todo alrededor de mi boca.
Tengo miedo, mucho miedo. Lo peor es que no recuerdo casi nada de anoche.
Sé que llegué a Bran por la tarde, con la luna llena apareciendo lentamente en el firmamento. Pregunté en mi pobre idioma rumano donde podía encontrar a «Draco Bran» y me dieron unas indicaciones que me llevaron hasta el cementerio local.
Ingresé, sin siquiera pensar que estaba haciendo, y con la única intención de terminar de una vez con todo este asunto.
Anduve por las callejuelas del antiguo camposanto y ví a un hombre sacando fotos a algunas viejas las tumbas. Si no me equivoco, es él el cadáver que hoy se despertó a mi lado.
Lo último que me acuerdo es de quedarme paralizado al ver una tumba antiquísima, y sentir un profundo dolor en mi cuello, cómo si hubiera recibido un fuerte golpe. Luego, la amnesia total hasta hoy al amanecer.
La lápida, con la que ahora tiemblo de sólo recordar, contenía la siguiente leyenda:
«Draco Bran. 1550 – 1571»
Tras lo de ayer, las ronchas desaparecieron y mi siento perfectamente de salud de repente.
No sé lo que ha sucedido, que es lo que he hecho ni quién era finalmente el monstruoso Draco, pero ya no me importa. Sólo sé que quiero olvidar todo esto y huir de Transilvania para nunca más volver.
Traducción del primer artículo de «La Gaceta Transilvana», 11 de septiembre de 2012:
El pueblo de Bran, al sur de Brasov, hoy se despertó conmocionado. Viejas historias de terror, características en esta región transilvana, parecen resurgir en la mente de todos los habitantes locales.
Aún se sabe poco de los hechos ocurridos esta noche en las inmediaciones del antiguo castillo de la ciudad, y las fuentes policiales se reservan todo tipo de comentarios al respecto. Hay un estricto control de seguridad, nadie externo está permitido a entrar al perímetro y toda la información es clasificada por las autoridades.
Lo único que nos han informado fue la aparición del cuerpo sin vida de un turista extranjero de nacionalidad aún desconocida, que paseaba por nuestro país desde principios de mes.
El hombre, del que aún no sabemos nombre ni edad, fue encontrado muerto esta mañana en el cementerio que se ubica en la parte posterior del Castillo Bran, con el cuello destrozado, bañado en sangre y con su cámara de fotos tirada rota a su lado. Graves moretones en su brazo izquierdo y en su cara, darían indicios de que habría forcejeado previamente con su agresor antes del deceso.
Según los forenses, este evento debió ocurrir entre las 9 y las 10 de la noche de ayer.
Más allá de la información sobre el estado del cuerpo del turista y como único dato de color, se nos ha informado que el mismo fue hallado a los pies de una vetusta tumba de la necrópolis trasera del castillo.
Ésta pertenece al hijo del primer propietario del castillo, de nombre Draco Bran -cuyo apellido dinástico dió nombre al pueblo entero- y que murió por la peste bubónica en 1571.
Los lugareños están inquietos y atemorizados. Se niegan a hablar sobre las leyendas que giran en torno a la familia Bran y a las historias mismas de los otrora gobernantes de la zona. Relatos de torturas, empalamientos y hasta conductas vampirescas se hacen eco en cada esquina.
Por medidas de seguridad, la policía ha difundido una foto del posible asesino del turista, encontrada cómo última imágen en la destrozada cámara de la víctima. La misma es impactante y realmente monstruosa, pero nos vemos obligados a publicarla para que todos estén alerta.
Cualquiera que pueda brindar mayor información sobre el individuo de la imágen, si se lo puede catalogar como tal, por favor, acercarse a la policía local de inmediato. Muchas gracias.
Nota final:
Relato escrito bajo el estilo literario de Bram Stoker, utilizado en su célebre novela de terror «Drácula» de 1897.
La historia de mi viaje por Transilvania, los pueblos de Sibiu, Sighisoara y Brasov son reales, así como la excelente hospitalidad rumana y la facilidad para el autostop. El resto del relato, sobre mi estado de salud y el excéntrico personaje de Draco, son por supuesto, puramente falsos.
Transilvania es un lugar fabuloso para viajar y conocer, lleno de sitios encantadores y mágicos, y un destino ineludible para cualquiera que se aventure por estas alejadas regiones del este europeo.
Y más allá de lo que dije en el final del post, ¡estoy seguro de que algún día volveré!
muy bueno muchacho..si no fuera por el libro..ya tenias un best sellers en manos..jaja..te faltaron los gitanos..no cruzaste algun pueblo con gitanos?…y el idioma tiene algo de latino…escrito es parecido al espanol.no?…abrazoooo…y sigue lloviendo en bilbaoooo..
Jaja Muchas gracias tío!! En Transilvania no hay muchas comunidades de gitanos, pero en la región sur de Rumania, Valaquia, hay unas cuántas. Me crucé con algunas, y una de ellas me invitó a conocer sus costumbres más en profundidad, pero al final no pude ir.
El rumano tiene un origen latino, pero no se entiende nada. En cierto punto se parece más al francés que a otros como el italiano o el portugués que se entienden más.
Claro que sigue lloviendo en Bilbao!! jeje Pero sigo acá, haciéndole frente a las tempestades vascas! Abrazo grande!!!
que buenas fotos..me encanta la ultima!! y..estoy totalmente deacuerdo.. para cuando un libro??
un mordisco vida!
Muchas gracias, linda!!! Para el libro falta muuucho todavía. Tenemos que seguir escribiendo más historias juntos!
Otro mordisco para vos! Beso grande y gracias por comentar!!! Asko maite zaitut!
jajajaja que post mas original! 😛 me gusta transilvania, en las fotos se ve muy bonito!
besooos^^
Gracias Nago!!! Transilvania es muy bonito de verdad! Algún día irás! Cuando conozcas a algún rumano vampiro, quizás? jeje
Muxus!!!
Si se te hinchó el cuello no te preocupes… Con un poco de agua bendita y un collar de ajos se te curará rapidamente.
Y si te crecieron los dientes un poco, al volver por Madrid te los limo un poquito si prometes no morderme.
Don’t worry!
Jaja Gracias tío por el mensaje!!! Por suerte no pasó nada de eso! Ya me viste en Madrid y no tenía tan mal aspecto! O al menos, no mordí a nadie.
Abrazo grande!!!
Al mejor estilo Bram Stoker!!
Ufff, lo que me falta para tener un estilo depurado como el de él… Pero en eso estamos. Poco a poco!
Abrazo grande!!!
Grande Gringo, ya me estaba preocupando cuando empecé a leer el relato! jajajaja. Excelente historia! Alto libro te podes armar!
A ver cuando sale un Skype!
Te mandamos un abrazo grande desde Pelotas.
Lean y Cris.
Hey! Un gran abrazo al nuevo feliz matrimonio!! Gracias por el comentario!!
Skypeamos cuando quieran, ahora que ya sé que volvieron a quedarse «en pelotas», jeje.
Saludos!!!
PARCERO QUE BUEN RELATO, ES ESCALOFRIANTE TANTA HISTORIA JEJEJE, SALUDOS Y SIGUE MOSTRANDO EXCELENTES IMAGENES COMO LAS QUE PUBLICAS SALUDOS UN FUERTE ABRAZO.
Muchas gracias parcero!!! Un gran abrazo por allá también! Saludos!!
Guauu q historia ! por momentos me helo la sangre , jajja.
Exelente el relato aunque , debo confesarte, que en un principio, ya pensaba en retarte , por que no nos contaste que tuviste semejante fiebre y te sentiste tan mal…. jaja .
Muy buenas las fotos , sobre todo la ultima , el fondo tenebroso , y esos dientes…ya saco pasajes, turbina en mano y limartelos .
Un gran abrazo hijo DRACULIN
Jajaja Gracias, gracias!! Por suerte no va a hacer falta que limes los dientes, que están en perfecto estado! jeje Abrazo!!
Yo no leí el libro drácula, pero tu relato es altamente atrapante y seguramente no tenes nada que envidiarle a ese tal Bram Stoker jaja
Posta muy bueno el post!! tanto que quedan relegadas a un segundo lugar las fotos de todos esos lugares je
Abrazo!
PD: Ya casi casi llego al último post 😀
Nah, tranka! Falta muuucho para tener un estilo literario propio. Poco a poco!
Gracias por leerte todos los posts, che! Fan número 1! jeje Abrazo JPPP!!
Qué taquicardia que sentí al leer este post!!!!!!! Me metí en la historia y me la creí!!!!!!! Pensé que estuviste sintiéndote mal,solo,sin alguien que te cuide..porque Draco mas que un compañero de viaje fue una pesadilla!!!
Ari,que habilidad para contar relatos!!! Yo,aunque los paisajes de Brasov se veían muy pintorescos, a Transilvania,ni loca voy!!!!!Te mando un beso grande y mantenete lejos de todo vampiro, si?
Jejeje Muchas gracias, muchas gracias!!! No es para tanto!!
Un gran abrazo por allá! Se los extraña mucho!!! Beso!!
Hola!!! de mayor quiero ser como vos, viajar por el mundo 😀
Muchas gracias, David! Y bienvenido a la Odisea!!
Un fuerte abrazo!
Estubo genial tu historical person mejores last fotos question envidia pero de last bu
Muchas gracias, Mario! Un saludo!!
Ariel, casi me mataste de susto! Estoy en Bulgaria y tenía pensado visitar Rumania luego, me hiciste dudar jaja
La historia la inventaste tú o la sacaste del libro?? Está excelente!!
Yo ando en busca de música gitana de los baalcanes, pero me ha ido más o menos no más buscando. Sólo he logrado escuchar música del lugar en estos montajes de los restoranes para turistas -espectáculo que vi desde afuera, por lo demás.
Me puedes contar de pueblos que visitaste por esta zona? Tengo muchas ganas de recorrer poblados más pequeños, pero no conozco nada.
Cariños a la gente argentina de la gente chilena (:
Chao!
Hola, qué tal? La cultura gitana es más apreciable en el sur de Rumania, en la región de Valaquia. Los pueblos y ciudades que visité fueron Timisoara, Alba Iulia, Sibiu, Sighisoara, Brasov, Curtea de Arges, justamente los mismos que figuran en ese predecible relato inventado para la ocasión. La zona de los Balcanes, con sus montañas, lagos y castillos, es espectacular. Un saludo y buen viaje!
HDP! te juro que pense que era real !!! jajajajajaj
Buena historia, me atrapó.
Saludos desde Perú!
Jeje muchas gracias Omar. Un saludo!!
Ahh nonono, creo que hasta el tercer post entré como loca… no podía trabajar leyendo que era lo que te había pasado…excelente relato!!! Desde ayer estoy leyendo todas tus historias fascinantes. Lo que no se es si seguís de viaje actualmente porque no vi más publicaciones. Saludos desde Bs As!!
Pd: El 1 d Mayo estoy saliendo para Turquía-Egiptp-Grecia, si tenés algun consejo será bienvenido