¡Cuántas veces había soñado con este pedacito del mapa mundial!
Ay, Medio Oriente… Lugar misterioso de paisajes desérticos, fina arquitectura de piedras amarillas y lleno de personajes de lo más exóticos, y aparentemente tan gritones y gesticulosos.
¿Qué imágenes se les vienen a la cabeza cuando piensan en «Medio Oriente»? ¿Mucha arena, palmeras en oasis y tiendas de campaña custodiadas por camellos? ¿Barbudos enturbantados gritándonos en un idioma inentendible? Quizás y lamentablemente, también les recuerde esas tristes instantáneas de un niño levantando un fusil o cohete, incitado por sus propios padres, arrastrados bajo una interminable situación de tensión bélica.
Medio Oriente es sin duda una de las regiones más multifacéticas, estereotipadas y difíciles de caracterizar de manera objetiva que hay en nuestro mundo.
Y probablemente ese sea el motivo principal que anima a los viajeros intrépidos (o a mi, que lo soy aún en un nivel principiante), a querer descubrir que hay de verdad o de simples habladurías acerca de todo esto que forma parte del supuesto colectivo popular.
De hecho, vale la pena comentar que ni siquiera hay una región real definible como «Medio Oriente».
A cualquiera de nosotros al que se nos pregunte, seguramente la ubicaremos en «esa zona entre Europa, África y Asia, alrededor de Tierra Santa» (seguido de un posible «donde siempre están en guerra»).
A decir verdad, casi todos coinciden en definirla como el Levante (Israel, Palestina, Líbano, Siria, Jordania) y los países de la Península Arábiga (Arabia Saudí, Yemén, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein, Kuwait e Irak).
Pero otros países de la periferia, como Turquía, Chipre o Irán, e incluso algunos otros como Egipto, Sudán o Somalía, también suelen ser incluídos dentro de lo que se denomina «Medio Oriente».
Y eso de que siempre están en pie de guerra, también es lamentablemente algo bastante cierto.
Dejando de lado los antiguos conflictos de imperios (asirio-babilónicos, bíblicos, persas, romanos, cruzados y árabes), la región tuvo un período relativamente pacífico bajo el Imperio Otomano, durante más de 600 años.
Pero al caer dicho imperio, y desde el control británico de la región en 1917, los problemas fueron constantes hasta el día de hoy.
El eterno conflicto árabe-israelí, sumado a las guerras de los pueblos ricos en petróleo de la zona contra las grandes potencias occidentales, y el reciente despertar de la «primavera árabe», sumieron a la región en un funesto estado basal de tensión.
Tristemente, la asociación más directa que hacemos muchas veces de la expresión «Medio Oriente» es con estos temas.
Pero retomando lo antes dicho, a mi me generaba mucha expectativa. Aún cuando sabía que sería una corta visita, algo así como una sencilla introducción de un par de días y a una zona periférica, mi emoción crecía en aumento con cada kilómetro mientras
Recuerdo que fue en tiempos del colegio primario, cuando se estudiaba el inicio de la historia humana en la Mesopotamia, cuando por primera vez escuché hablar de sus dos grandes ríos: el «Tigris» y el «Éufrates», que inmediatamente y sin explicaciones me llamaron la atención.
Enterarme que también eran los límites naturales del supuesto «Paraíso del Edén» de Adán y Eva, o los famosos proveedores de agua de las grandes Asiria y Babilonia, complementaron aquel gran interés.
Habiendo dejado Antioquía, la famosa ciudad centro del cristianismo primitivo, y tras una breve escala en la ciudad de Gaziantep, célebre por sus platos de gastronomía turca, me encontraba nuevamente en mi ruta hacia oriente.
Yo estaba atento. Sabía que por allí ya debía de andar, hasta que vi el cartel que lo anunciaba. «Firat Viyadügü» (Viaducto sobre el Éufrates) decía la leyenda, y me daba finalmente la bienvenida al «Medio Oriente turco».
¡Los secretos de Medio Oriente estaban delante mío para descubrirlos! ¡¡Qué bien, qué bien!! … ¿Y ahora?
Ochenta kilómetros después llegaba a mi primer destino, y sería una ciudad realmente fabulosa: SanliUrfa (más conocida simplemente como «Urfa»).
El panorama en Urfa cambia totalmente respecto al resto de Turquía.
La atmósfera de lo que llamamos «Oriente Próximo» se siente en todos los aspectos: la gente, la arquitectura, el estilo de vida, el calor sofocante.
La tradicional piedra amarillenta de sus construcciones, la arquitectura que abusa de arcos y arcadas por doquier, la gente en vestimenta típica, el laberintesco trazado de su antiguo bazaar. Todo de Urfa me gustó.
Tenía la sensación de haber ingresado a un mundo nuevo, antagónico, distinto, cuyo portal de entrada se ubicaba justo en esta ciudad.
La población también había cambiado. A diferencia de en el resto de Turquía, donde se mezclan los turcos (laicos o musulmanes relajados) con los árabes (musulmanes que profesan), en Urfa la mayoría de sus habitantes resultan ser del pueblo kurdo, como en gran parte del sudeste del país.
Los kurdos son una de las mayores naciones sin un Estado propio, lo cuál vienen reclamando desde tiempos inmemoriables, y hasta suelen aliarse por épocas a algún Estado existente para tener un punto de apoyo desde el cuál efectuar sus reclamos.
Así como otras grandes naciones en su misma situación (Tibet, Catalunya, el País Vasco, Escocia o el Sáhara Occidental), la población kurda, y el territorio que ellos reclaman (el «Kurdistán»), se encuentra incluída en otros países de la actualidad. En su caso, se reparte en: Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia.
En primera instancia, es difícil para nosotros, los extranjeros, poder diferenciar visualmente a todas estas etnias.
Sólo como ejemplo, se puede asumir que las mujeres kurdas (aún profesando el Islam) no suelen taparse por un velo, cómo lo hacen las árabes. Por el gran calor y los vientos de arena típicos de la región, sólo es habitual que lleven un pañuelo alrededor de la cabeza para protegerse.
Los hombres kurdos habitualmente usan pañuelos de la misma manera, a diferencia del árabe que generalmente lo lleva en forma similar a un turbante.
Más allá de algunas de sus normas culturales, que pueden parecer duras o limitantes para nosotros, todos sus habitantes se me mostraron sumamente agradables, siempre dispuestos a contestar y ayudarme en lo que podían, o al menos intentarlo bajo una alquimia indescifrable de las pocas palabras y frases que yo aprendí en turco, y sus escasos conocimientos de inglés.
Los niños, jugando en esas estrechas callecitas rodeadas de muros amarillos, son un gracioso espectáculo en sí mismo. «¡Photo, photo!» gritan al verte sacar la cámara, e inmediatamente sobreactúan sus mejores poses y sonrisas, sin esperar nada a cambio más que tu propia sonrisa.
Es más, ellos seguramente te agradecerán a vos, en vez de que sea lo contrario y lo que suele pasar con la mayoría de las personas.
Aquí les dejo algunas instantáneas de la población local que fui cruzándome al caminar las callecitas de Urfa, que aunque no parezcan ricos desde los puntos de vista occidentales, sus constantes sonrisas y sus buenas intenciones para con todo visitante, son más que suficientes para que yo esté totalmente seguro de que sí lo son.
A nivel de interés histórico/turístico, SanliUrfa espera con numerosos secretos al viajero, y está llena de conexiones con el Antiguo Testamento y las tradiciones islámicas. De hecho, es denominada «la ciudad de los profetas» por sus leyendas sobre personajes como Abraham, Jacob, Job o Lot, que nacieron o vivieron en el pueblo.
En el centro de la ciudad se emplaza un enorme parque, con dos grandes piscinas, fuentes, paseos con rosas, y rodeado de una serie de varias mezquitas. Este lugar es un importante sitio de peregrinación islámica, y es considerado sagrado para dicha religión.
Cuentan las Sagradas Escrituras que el gran patriarca Abraham nació en la Ciudadela de Ur, que es reconocida como la actual SanliUrfa por la tradición islámica (El gobierno de Irak, y la mayoría de los arqueólogos y estudiosos occidentales, ubican dicha ciudadela en el país iraquí).
Según el Islam (que aquí se contradice con la historia judeo-cristiana), en aquel entonces la ciudad era gobernada por el Rey Nemrut, quién creía en una religión politeísta (es decir, con muchos dioses).
Cómo en muchos otros casos bíblicos, un sueño de Nemrut le profetizó que sería destronado y su religión sucumbiría, por lo que intentó asesinar a todo recién nacido varón.
La madre de Abraham se escondió para dar a luz en una cueva, y para evitar su muerte, lo abandonó allí mismo. Más tarde fue encontrado y cuidado justamente por las tropas del rey.
A una edad ya más adulta, Abraham (Ibrahim, para el Islam) desafió a Nemrut diciendo que existía un único dios, Allah, y lo sentenció con la siguiente frase determinística: «Las estrellas son sólo estrellas, la luna es sólo una luna, el sol es sólo el sol, y el Rey Nemrut es sólo un ser humano». Esto no agradó nada al rey, quién dispuso que Abraham sea quemado vivo en una hoguera.
En el centro del actual parque que mencioné, Abraham fue atado a dicha pira, pero Allah intervino en favor del profeta.
Convirtió el sitio de la hoguera en un lago (hoy una piscina llamada «Balikligöl»), y sus maderas en peces (carpas). El llanto de la hija del Rey Nemrut, Zeliha, también se convirtió en un lago cercano, dando la forma al parque que tiene actualmente.
Dice la tradición que los peces de las piscinas son sagrados, y si alguien llega a pescarlos o comerlos, se quedará ciego, así que nadie siquiera lo intenta, pero es habitual que se detengan a alimentarlos.
A unos metros del parque, la cueva donde nació el profeta fue protegida, y se construyó sobre ella una mezquita llamada «Mevlid-i Halil Camii».
En esa zona de la ciudad, sobre una colina, se encuentra también un castillo en ruinas, originalmente construido en tiempos romanos (cuando la ciudad se llamaba «Edessa»).
Cabe decir que del castillo queda muy poco. Algunas piedras de la primer construcción, las murallas reconstruidas por el califa musulmán que luego lo conquistó, y algún agregado posterior, pero lo que son impresionantes son las vistas panorámicas.
Al estar ubicado sobre una colina en el centro de la ciudad, permite disfrutar unos paisajes únicos de toda la región (en días claros, incluso se llega a visualizar el vecino territorio sirio), y recomiendo subir durante el llamado a rezo por la tarde. Incluso si ya el castillo está cerrado, la sensación en ese momento desde allí es tan fuerte que vale mucho la pena.
El bullicioso pero encantador bazaar, las laberínticas callejuelas del casco antiguo, una iglesia del tiempo de las cruzadas, y algunas fabulosas mezquitas dispersas por aquí y por allá, terminan de convertir a SanliUrfa en un destino obligado para cualquier viajero que se aventure a estas alejadas regiones de Turquía.
Dejo un par de fotos más para que contemplen esta preciosa ciudad y su gente, que fue mi portal hacia esa desconocida dimensión que llamamos «Medio Oriente».
Visitando el templo más antiguo de la humanidad
Uno de los días que estuve en Urfa, salí caminando hacia las afueras, en lo que sería un largo camino hasta mi destino. Eran unos 15 kilómetros en subida, aunque afortunadamente tuve la suerte de poder hacer unos 4 ó 5 a dedo, en la camioneta rural de un agricultor árabe de la zona.
No se por qué, si será parte por su hospitalidad, casi todos los turcos que me levantaron en el país me ofrecieron una especie de pistacho, que iban comiendo y escupiendo la cáscara por la ventana. ¡Pura delicadeza!
A poco de llegar a donde me dirigía descansé un momento al costado de la ruta. El silencio era total. La imagen de portada que actualmente tiene el blog es de ese instante.
El valle se extendía a mi alrededor, en una postal mental del Medio Oriente que no creo que pueda olvidar.
Caminé un poco más (¡siempre en subida!) y finalmente llegué. Ante mi, las puertas del santuario de Göbekli Tepe.
¿De qué se trata esto? Göbekli Tepe es el complejo religioso más antiguo erigido por el hombre que se haya descubierto hasta el momento, lo qué le da un inmenso valor para que podamos reconstruir nuestra propia historia!
Según los estudios, fue levantado en el décimo milenio antes de Cristo, aproximadamente en el 11500 aC.
Si pensamos que la escritura se desarrolló en el 3000 aC, la agricultura hacia el 7000 aC y la sedentarización del hombre comenzó allá por el 10000 aC, esto significa que Göbekli Tepe fue construido por cazadores-recolectores.
Esto genera muchas preguntas que aún se intentan explicar. ¿Para que edificaron un templo si no vivían allí? Se supone que aunque no eran sedentarios, el lugar podría servir como punto de reunión para compartir mercaderías y comerciar con lo recolectado.
Otro dato interesante es que el conjunto parece haber sido deliberadamente enterrado hacia el 8000 aC. ¿Qué pasó? ¿Por qué se molestaron en cubrirlo antes de abandonarlo, si podían dejarlo así como estaba?
Sin duda, este yacimiento (junto a otros cercanos en Turquía y la Mesopotamia) están revolucionando la comprensión que los arqueólogos tienen sobre las tribus del período neolítico.
Desde 1994, cuando se comenzó a trabajar en la colina donde se encuentra, Göbekli Tepe está en continua excavación por científicos alemanes y ayudantes turcos, del Instituto Arqueológico Alemán y el Museo de SanliUrfa.
Al dirigirme a este sitio, del cuál me había enterado casi por casualidad, no sabía que me iba a encontrar. Quizás estaba totalmente organizado turísticamente, o en una de esas era un lugar privado donde no me permitirían ni siquiera ingresar.
Bueno, de organizado no tenía nada. Entré como quién justo pasaba caminando, y se sorprendieron de ver a un visitante.
Al llegar al principal punto de excavación, los trabajadores turcos me recibieron muy gratamente, con bromas e invitaciones a tomar el té. (deben saber que a cualquier lugar de Turquía que vayan, les van a invitar a tomar el té)
Como todos, recordaron a los futbolistas argentinos cuando les dije mi nacionalidad, pero tuvieron que sacar un móvil con Internet para buscar en que lugar del mundo quedaba, porque ninguno tenía idea.
Por suerte, la comunicación se hizo más fácil con la llegada del arqueólogo alemán a cargo de la excavación, que hablaba inglés, quién me explicó los descubrimientos hechos hasta el momento, y lo que estaban tratando de averiguar con las exploraciones actuales.
El conjunto religioso se dispone con los típicos círculos megalíticos de piedras apiladas (cómo en Stonehenge, Inglaterra). Aquí, una prueba geomagnética reveló en 2003 unos 20 anillos apilados juntos, sin demasiado orden ni concierto, bajo la tierra.
Los círculos siguen un diseño común. Todos están hechos a partir de pilares de caliza, trabajados con herramientas de sílex.
Los pilares más grandes alcanzan los 5 metros de altura y pesan 16 toneladas, son cinco veces más anchos que profundos y están separados entre sí por unos dos metros y unidos por muros de piedra.
En el centro de cada círculo, hay dos pilares más grande en forma de T, que por los relieves grabados parecen representaciones humanas. El resto de los pilares tienen animales grabados.
Casi todas las representaciones son de animales salvajes potencialmente dañinos para el hombre, como jabalíes, escorpiones, grandes felinos, lobos, zorros. También hay aves y bóvidos (toros o vacas).
No se han encontrado rastros de viviendas, así que se la teoría actual únicamente lo describe como un sitio religioso.
Es impresionante estar ante semejante legado de la humanidad primitiva y encima tuve el enorme gusto de que me de explicaciones el mismísimo arqueólogo que lleva a cargo la excavación.
El santuario de Göbekli Tepe es un patrimonio único en el mundo, y probablemente siga ofreciendo nuevas revelaciones sobre nuestros orígenes, que se irán manifestando con el paso de los próximos años.
Les dejo un par de fotos, para que puedan ver el estado actual del santuario religioso más antiguo que se haya encontrado hasta el momento, y las representaciones talladas en los pilares, para que decidan ustedes mismos que imagenes pueden observar.
Aquí termina este primer post sobre mis pasos en Medio Oriente. Tanto la ciudad de Urfa como el yacimiento de Göbekli Tepe son lugares únicos e dignos de visitar.
¿Qué otras cosas aparecerán en mi camino?
¡Hasta el próximo post! ¡Saludos a todos!
alucinante…
Gracias, amor!! Muxu handi bat!