Continuando el viaje por la Grecia Continental del post anterior, el camino no sólo nos esperaría con ruinas y sitios arqueológicos.
En el corazón del páis, en otra histórica región griega, se encuentra uno de los lugares naturales más asombrosos de todo el recorrido: Meteora.
¿De qué se trata? Un extrañísimo paisaje generado por la erosión fluvial y los terremotos, que generó decenas de imponentes estructuras rocosas en vertical de hasta 600 metros de altura, todo esto enmarcado en la preciosa y verde llanura de Tesalia.
Y para culminar el (nunca mejor dicho) «glorioso» espectáculo visual, monjes cristianos ortodoxos del s.XIV mandaron construir más de 20 monasterios en la cima de los pináculos con el objetivo tener lugares tranquilos y alejados para retirarse a rezar y estar «más cerca» del creador.
Tras siglos de estricta vida monástica y una historia vibrante que concluye con la destrucción parcial por la aviación alemana en la Segunda Guerra Mundial, de los 24 monasterios que quedan en pie sólo 6 se utilizan actualmente, están restaurados y abiertos al público para su descubrimiento.
La visita comienza en la ciudad que se emplaza a los pies de las formaciones rocosas, Kalampaka, base ideal para alojarse y planear las subidas. Alternativamente, el pueblo de Kastraki es prácticamente una extensión de Kalampaka, pero algo más cerca de los grandes monasterios.
¿Cómo subir a Meteora?
Existen varias alternativas para subir a Meteora, nombre del conjunto de monasterios que literalmente significa «suspendidos en el cielo».
La forma rápida y sencilla, pero definitvamente la más cara, es subir en taxi desde Kalampaka (claro está, excepto que dispongáis de vuestro propio vehículo o que quisieráis alquilar uno por aprox.€50/día). El precio promedio son €9 la subida y €20 por hora de espera mientras se visitan los monasterios. Hay muchas ofertas de taxis en toda la ciudad.
Una opción B es alquilar una moto pequeña o scooter por €20/día (no olvidar el carnet internacional, ya que en países con alfabetos no latinos como es Grecia suele ser obligatorio).
Tercera opción y quizás la más económica en tiempo y dinero: el bus que sale de Kalampaka a las 9h, 11h y 13h y baja a las 10h, 12h y 14h. El coste era de €1.60 en 2014.
Y por último, la preferida de los más aventureros (y sin prisas) es subir los 600 metros caminando por los senderos escalonados que conectan la ciudad con los monasterios. A priori parecería una locura para cualquiera que no esté entrenado pero no es tan así. Tomándoselo con calma, subir como subían antiguamente los monjes es ciertamente la mejor manera de descubrir, sentir y disfrutar de Meteora.
Según una guía local: «la calma del caminante ofrece la posibilidad de sentir el mundo alrededor, donde un flor, una roca o un monje de pie en un balcón son percibidos totalmente diferentes. Sólo siguiendo los pasos de los hombres sagrados del siglo XI, bien lejos de las hordas de turistas, es como uno puede tener una experiencia distinta de Meteora».
A mi gusto le sobró lo de «hombres sagrados», pero por lo demás le damos la razón.
¿Cómo visitar los monasterios?
Como decíamos, hoy en día sólo están habitados y abiertos al público 6 monasterios: 5 masculinos y 1 femenino.
La entrada a cada monasterio, si bien es una «donación», está establecida en €3.
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Megalo Meteoro o «Gran Meteoro»: (Horario de verano: de 9h a 17h, martes cerrado. Horario de invierno del 01/11 al 31/03: de 9h a 16h, martes y miércoles cerrado)
El monasterio más grande y antiguo, del s.XIV. La entrada a la escalinata ya es impresionante, excavada sobre la piedra. Una vez en el interior se puede visitar su patio, su magnífica iglesia y estancias antiguas como la cocina, la bodega o la carpintería. Pero sobre todo, el sitio más llamativo es el museo, con colecciones artísticas y militares de gran interés. -
Agia Triada o «Monasterio de la Santísima Trinidad»: (de 9h a 17h, jueves cerrado. Invierno: de 10h a 16h, miércoles y jueves cerrado)
Es el primer monasterio que se suele visitar por su ubicación en el principal camino de subida desde Kalambaka, pero también el de más difícil acceso. Aún habita aquí una pequeña comunidad religiosa, y previo pago de la entrada se pueden visitar la iglesia y las antiguas estancias. El patio es gratuito. -
Agios Stefanos o «San Esteban»: (de 9h a 13:30h y 15:30h a 17:30h, lunes cerrado. Invierno: de 9h a 13:00h y 15:00h a 17:00h, lunes cerrado)
Un gran monasterio que destaca por su ubicación, sus vistas y su construcción. También encontraremos aquí una pequeña iglesia y las estancias religiosas de antaño. -
Roussanou o «Santa Bárbara»: (de 9h a 18:00h, miércoles cerrado. Invierno: de 9h a 14:00h, miércoles cerrado)
Un pequeño monasterio, el único donde la comunidad religiosa es sólo femenina. -
Vaarlam: (de 9h a 16:00h, viernes cerrado. Invierno: de 9h a 16:00h, martes y viernes cerrado)
Otro de los grandes monasterios, más aislado y en una ubicación increíble como si estuviese encajado en lo alto de un pináculo de 595 metros de altura. También hay una iglesia, las estancias y un museo. -
Agios Nikolaos Anapafsas: (de 9h a 15:30h, viernes cerrado. Invierno: de 9h a 14:00h, viernes cerrado)
Se trata de un pequeño monasterio, con un par de capillas de tamaño reducido, un osario y diferentes cuadros como elementos más llamativos.
Nuestra experiencia
Como para dar la vuelta a la Grecia Continental estábamos utilizando un auto de alquiler, la recorrida por la montaña y la visita de cada uno de los monasterios nos resultó más que sencilla.
Nuestro principal interés no estaba en los propios monasterios, sino en la magnífica ubicación donde se emplazan.
Las formaciones rocosas, caprichosas y solemnes, nos recuerdan otros sitios ya visitados como los «Dedos de Monos» en las Gargantas del Dades marroquí o la también religiosa Abadía de Montserrat en Cataluña, España.
Meteora, como elemento distintivo, enmarca todo el paisaje con la verde llanura de Tesalia, que da una imagen general mucho más «guilinesca».
Visitamos el monasterio más grande, el «Gran Meteoro», pero por dentro de nos llamó demasiado la atención. Sin lugar a dudas el sitio donde está construido ha requerido de un tremendo esfuerzo humano en el que los monjes que la guía local llamaba «sagrados» no habrán colaborado.
Cuando por el motivo que sea, incluso religioso, se ha decidido levantar un gran monasterio en un sitio así, lo consideramos un monumento digno de visitar, entendemos el deseo de construir «más cerca del cielo» y lo analizamos en su contexto histórico. Cuando en cambio se deciden levantar más de 20, con el coste humano y económico que eso suponía en aquella época, más bien pensamos en una ambición y excentrisismo reprochables.
Con esos pensamientos dando vueltas y a punto de entrar al Gran Meteoro, el chico de la entrada pidió a Janire taparse las piernas (llevaba bermudas que pasaban las rodillas) por respeto a los monjes.
Viendo que muchos chicos entraban con bermudas más cortas y nadie les decía nada, y completamente de acuerdo en que si los monjes se «desconcentran» al ver pantorrillas femeninas (pero hordas de turistas sacando fotos no, claro) es un problema suyo y no nuestro, la forma reivindicativa en que se puso un pañuelo sobre la bermuda la pueden ver en las fotos a continuación.
Por mi parte, ¡aplausos!, ya que el hecho de que el sitio sea su casa y uno haya decidido visitarles, no da derecho a perpetuar y forzar a respetar conceptos humanos arcaicos y nada igualitarios en el siglo XXI. O todos, o ninguno.
Y si no les gusta, que no abran sus puertas al público.
Tras la breve visita al Gran Meteoro y una recorrida (sin entrar) por algunos de los otros, bajamos a Kalampaka y continuamos viaje hacia el sur, con destino a Atenas.
Punto y aparte: Una brevísima visita a las Islas Jónicas.
Cuando se piensa en las Islas Griegas, se asocia directamente con las que se extienden como archipiélago al sur y al oeste de Grecia en el Mar Egeo: Las Cícladas, las Sarónicas, el Dodecaneso o las Espóradas.
Todos estos grupos de islas tienen mares preciosos, de un azul intenso y representan el mayor volumen de los destinos turísticos helénicos.
Sin embargo, del otro lado de la península balcánica, en la costa opuesta al sur de Italia, se encuentran las espectaculares Islas Jónicas.
Si bien es otro archipiélago con muchísimas islas, se destacan Corfú (famoso destino de los grandes cruceros por el mediterráneo), Cefalonia, Ítaca (origen de la Odisea homérica), Zakynthos (famosa por la playa del naufragio) y Lefkada, la única con acceso terrestre a través de un puente.
A nuestro entender, más allá de las diferencias culturales de estas islas, lo que más las caracteriza es el hipnotizante color turquesa de su mar, algo que nuestros ojos tenían que poder disfrutar.
Por tanto, en nuestro viaje desde el Peloponeso hasta Meteora, habiendo cruzado el magnífico puente de Río-Antirio en las costas de Lepanto (donde la famosa batalla del s.XVI) y llegado al Golfo de Ambracia, nos desvíamos hacia Lefkada para estar al menos unas horas en alguna de sus playas.
Elegimos una playa cualquiera en la costa occidental, accesible mediante uno de los caminos más sinuosos, estrechos y peligrosos en los que he conducido.
Y la promesa se cumplió: un mar único, envolviendo con fuerza las rocas de la cala de arena pedregosa, y regalándonos una tarde fantástica con ese turquesa incomparable de fondo.
Y para el final quedará la joya de la corona: ¡Atenas! Una ciudad vibrante tanto por su historia como su actualidad, que merece un post especial.
¡Saludos a todos!